Si hoy en día el convertidor catalítico se ve como una pieza "normal" en cualquier automóvil, hubo momentos en que se lo veía como un "lujo" destinado solo a los modelos más caros y adoptado por marcas con grandes preocupaciones ambientales. Entre ellos, destacaría Opel, que a partir de 1989 sentaría las bases para la democratización del catalizador.
Esta “democratización” comenzó el 21 de abril de 1989, cuando Opel anunció la decisión de ofrecer como serie en toda su gama lo que se veía en ese momento como el mejor mecanismo para reducir las emisiones contaminantes: el catalizador de tres vías.
A partir de esa fecha, todos los modelos de Opel contaban con al menos una versión equipada con convertidor catalítico de serie, versiones fácilmente identificables por el famoso logo “Kat” que aparecía en la parte trasera de los modelos de la marca alemana.
Una gama completa
La gran novedad de la medida anunciada por Opel no fue la adopción del catalizador de tres vías, sino la llegada de este a toda la gama. Como confirmó el entonces director de Opel, Louis R. Hughes: “Opel es el primer fabricante que ofrece la mejor tecnología respetuosa con el medio ambiente como parte del equipo estándar en toda la gama, desde los más pequeños hasta los más altos de la gama”.
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Así, a partir de 1989, serían cinco Opel con versiones catalizadas: Corsa, Kadett, Omega y Senator, completando así una estrategia que la marca había iniciado cinco años antes con el objetivo de mejorar la protección del medio ambiente.
Hoy, 30 años después de la llegada de las versiones catalizadas de toda la gama Opel, la marca alemana se prepara para lanzar la versión híbrida enchufable del Grandland X y el primer Corsa eléctrico, dos medidas que encajan en el plan de la marca de tener en 2024 una versión electrificada de cada uno de sus modelos.