Extraño no tener miedo a los radares

Anonim

Este artículo de opinión no pretende ser (y no es ...) una consideración en profundidad de la seguridad vial. Es un arrebato. El arrebato de un conductor que en más de 10 años solo ha sido sorprendido conduciendo a exceso de velocidad una vez. Sin que mi conducción, siempre segura y preventiva, haya cambiado, siento que estoy a punto de ascender en el «ranking de multas» ...

Hasta hoy, nunca le tuve miedo al radar. Ahora tengo. Actualmente, los radares están apareciendo por todas partes y el límite entre la seguridad vial y las inspecciones orientadas a “saquear a los automovilistas” comienza a difuminarse cada vez más. Hay límites de velocidad absurdamente bajos y es en estos lugares donde normalmente se colocan los radares. Existe otro problema al colocar radares sin previo aviso: inducen un comportamiento inusual en los conductores.

Cuando menos lo esperamos, los conductores reducen bruscamente la velocidad porque hay un radar. ¡Frenos completos! Quien pueda detenerlo. ¿Quién no puede ...?

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Más ejemplos. Prueba a bajar por el Acueducto de Águas Livres a 60 km / h, el Túnel del Marquês a 50 km / ho la A38 (Costa da Caparica-Almada) a 70 km / h… no es fácil. Nuestra atención estaba ahora dividida entre la carretera y el velocímetro. No se trata de la necesidad de radares en las carreteras, sino de la forma en que se colocan. Si en la mayoría de los casos los radares previenen accidentes, en casos particulares (que ya he presenciado) también pueden contribuir potencialmente a provocarlos.

Extraño el momento en que supe que mi conducción responsable (a veces por encima del límite legal ... sí, ¡quién sea!) Era garantía suficiente de que no me iban a multar en casa. Ya no es. No lo es, porque hay radares colocados estratégicamente en lugares donde es fácil ser “fotografiado” por encima del límite establecido.

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Lamentablemente, la política de seguridad vial en nuestro país se realiza sobre todo en un sentido: en el sentido del bolsillo del Estado. El criterio parece variar entre una seguridad vial eficaz y la llamada “caza de multas”. Fue bueno que las autoridades nacionales tuvieran la mitad del celo en el mantenimiento vial que tienen para combatir el exceso de velocidad.

Entre otros ejemplos, el IC1 entre Alcácer y Grândola debería habernos avergonzado a todos. Es una vergüenza.

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