Fue el impulso de Lancia por la excelencia, la innovación y la calidad lo que finalmente lo afectó (los costos operativos sufrieron brutalmente), y eso finalmente conduciría a la adquisición de la reconocida marca italiana por parte del gigante Fiat en 1969.
Unirse a Fiat significó una nueva era de gloria, impulsada por la competencia y especialmente los rallies: Fulvia, Stratos, 037, Delta S4, Delta Integrale ... ¿necesito decir más?
Sin embargo, el antiguo Lancia (pre-Fiat) fue desapareciendo paulatinamente, con la creciente e inevitable integración industrial y comercial con el resto del grupo.
El principio del fin lo precipitaría la compra de Alfa Romeo por parte del Grupo Fiat en 1986. Lancia se vació del contenido que ya formaba parte de su identidad - la competencia - en detrimento de Alfa Romeo. Intentaron convertirla en una marca de lujo, una alternativa al status quo; como bien sabemos, no funcionó.
El nuevo siglo trajo nuevas dificultades al Grupo Fiat. Este se recuperó, gracias al pragmatismo de Sergio Marchionne, pero ese pragmatismo condenó a Lancia (término que nunca formó parte del vocabulario de la marca) para salvar a otros (Jeep, Ram, Alfa Romeo) - hoy se reduce a un modelo utilitario y solo a su mercado .
¿Todavía hay espacio en este mundo para un Lancia?
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