Dirección. Uno de los sistemas más críticos en cualquier coche (al menos hasta la llegada de los coches autónomos de nivel 4 y 5). Es a través de la dirección que el conductor recibe una parte sustancial de la información sobre el comportamiento del coche, el agarre y el tipo de superficie sobre la que rodamos. Por lo tanto, la sensación de la dirección es uno de los aspectos más importantes (y subjetivos) de los automóviles, ya sean deportivos o familiares.
A partir de finales de la década de 1980, los sistemas de dirección asistida hidráulicamente comenzaron a democratizarse, reemplazando progresivamente la vieja dirección sin asistencia, comúnmente conocida como "asistida por brazo", en todos los segmentos. Los coches, cada vez más seguros, potentes y pesados, lo exigían.
La "vieja" dirección asistida
En los sistemas de dirección hidráulica, la asistencia en el giro de las ruedas se realiza mediante una bomba que genera presión mecánica en un fluido, obligando a las ruedas a girar en el sentido previsto por el conductor. Este sistema era conocido por la buena "sensación" que transmitía al conductor, sin embargo, presentaba dos problemas graves:
- PESO: el sistema de dirección asistida es pesado. Y como bien sabemos, el peso es enemigo del consumo.
- INERCIA - La energía mecánica necesaria para el funcionamiento del sistema fue "robada" del motor, lo que influyó negativamente en el consumo y el rendimiento del automóvil.
Frente a estos dos problemas, la industria automotriz desarrolló el sistema de dirección electrohidráulica. Un sistema que utiliza un motor eléctrico para impulsar el fluido y ayudar a conducir. Esta solución parecía ideal, por un lado reducía la dependencia mecánica del motor, y por otro lado, mantenía la "sensación" de conducción en todas las circunstancias.
Sin embargo, todavía no era la solución ideal.
la dirección eléctrica
Fue entonces cuando, en la primera década de este siglo, comenzaron a democratizar los sistemas de conducción eléctricos. Con este sistema, que utiliza motores que actúan directamente sobre la columna o sobre el mecanismo de dirección, el problema del peso ha desaparecido y el motor ya no está sobrecargado por la alimentación de este componente.
Problema (sí, siempre hay un problema): los primeros sistemas de dirección eléctrica no eran comunicativos. Transmitían poca información al conductor, a saber, el estado de la banda de rodadura, el agarre disponible o el comportamiento del eje delantero. La sensación de las primeras direcciones eléctricas fue muy artificial.
La victoria de la tecnología
Hoy el caso es totalmente diferente. La dirección eléctrica ha alcanzado tal nivel de evolución que la confrontación entre la dirección asistida y la dirección eléctrica ya no tiene sentido.
Además de ser más ligeros y económicos, los volantes eléctricos permiten que los coches modernos cuenten con equipamientos como aparcamiento automático, asistente de mantenimiento de carril o incluso conducción semiautónoma.
Si la dirección eléctrica aún no te convence, es bueno que tengas la sensibilidad de Niki Lauda, ex piloto de Fórmula 1.
Niki Lauda"Dios me dio una buena mente, pero un culo realmente bueno que puede sentir todo en un auto"