Tras varios meses de especulaciones, Aston Martin y Red Bull presentaron en Ginebra el que promete ser el nuevo referente en el mundo de los superdeportivos: el Aston Martin Valkyrie.
Además del nombre divino, que continúa la tradición de los coches que empiezan con una "V" de la marca británica, el Valkyrie utiliza tecnología de Fórmula 1 - Adrian Newey, director técnico de Red Bull Racing, fue uno de los implicados en el proyecto .
Las conexiones con el estreno de los deportes de motor comienzan desde el motor. En el corazón de la Valkyrie se encuentra un bloque V12 atmosférico de 6.5 litros con alrededor de 1000 caballos de fuerza, desarrollado en estrecha colaboración con Cosworth. El motor de combustión trabaja junto con una unidad eléctrica desarrollada por la empresa croata Rimac.
Como en los monoplazas de Fórmula 1, en lugar de discos de freno metálicos encontramos discos de fibra de carbono, un material más ligero (pesan alrededor de 1,5 kg), más resistente y disipador de calor - aunque la temperatura ideal es de 650º C, estos discos pueden llegar a picos por encima de 1200º C. Todo el sistema de frenado es el resultado de una asociación entre Alcon y Surface Transforms.
Otra particularidad del Aston Martin Valkyrie es el puesto de conducción, con las piernas casi a la altura de los hombros. Antes de recibir el automóvil, los futuros propietarios del automóvil deportivo deberán realizar un escaneo tridimensional de su cuerpo, con el fin de adecuar el asiento a las características físicas de cada conductor, como se hace en la Fórmula 1. Se prohíbe ganar peso...
Por lo demás, el peso también fue una de las prioridades, una vez más, al igual que en la Fórmula 1. Aston Martin apunta a un peso final de 1000 kg que, si se realiza, significará una relación peso-potencia perfecta: con 1 cv por cada kilogramo de peso.
La Valkyrie está limitada a 150 unidades, que se reparten entre modelos de carretera y de competición, y que estarán disponibles en 2019. Todas las copias ya se han vendido.